Un nuevo amigo...


La verdad es que hoy ha sido un día tranquilito, después del fin de semana y el ajetreo que ésto conlleva ahora hay menos gente.

Hoy estaba leyendo en la piscina, como de costumbre a mis 4 de la tarde todos los días y de repente veo venir a mi madre con una caja, y un amigo suyo, directos a mi...


No puedo decir qué es lo que he pensado en esos momentos pero lo que había realmente en la caja me ha sorprendido...


"Mira lo que nos hemos encontrado en el desierto de Tabernas, viniendo de Almeria, por la autovía, casi a punto de que lo atropellase un coche...."


Y abro la caja y veo un camaleón como de un palmo de grande, precioso y asustado, de color arenisca.


Así que sin dudarlo meto la mano en la caja y lo cojo, ante la atenta mirada de mi madre y su amigo, que me cuenta que han tardado media hora en cogerlo ellos, porque no sabían si iba a hacerles daño o que... Yo sabia que no hacen daño, así que me he arriesgado.


Y ya no me he podido despegar de él en toda la tarde, lo he puesto un poco en el césped de la piscina, pero él alargaba sus patas y con esas manos de pinzas se iba agarrando a las brozas de hierba y andaba casi a pasos agigantados. Ha empezado a ponerse su piel mas clara, en tonos verdosos, y no he podido parar de mirarlo entonces.
No era el típico camaleon de colorines, éste era mas.... rural, por asi decirlo, pero tan simpático!!


Después lo tuve por las manos un buen rato, y se iba trepando por mi brazo hasta mi hombro, haciendome pequeños pellizcos que mas que daño hacian cosquillas, muy confiado él.

Y entonces he pensado que quizás alguien lo ha abandonado, y yo creo que nos hemos caido bien, le he estado hablando todo el rato y el, cuando lo levantaba de la hierba para ponerlo de nuevo en mi mano, no se asustaba en absoluto, así que he decidido dejarlo un poco a su bola, y tranquilo, y entonces dos o tres moscas que ligaban con la sombra no se han percatado de su presencia, pero él de la de ellas si, y ha abierto la boca... y ésto ya me ha hecho mucha gracia.
Aunque al final de tanto amenazarlas no ha logrado pegarse ningúna comilona, el pobre.

Y ya pasando un buén rato, llegó su "captor" diciendo que se tenía que ir, y evidentemente tenía que devolverle al pequeño caradura, porque se lo querían quedar ellos. Pero me ha prometido que me traerán otro, que suele haber camaleones por el desierto (no entiendo de fauna mucho, pero me ha extrañado) y lo he llevado a la caja, y no quería soltarse de mi mano, y he tenido que despegarle las pincitas de las patas de mis dedos y así, igual que vino, se ha ido.


Y yo me he pasado la tarde pensando en él...




Ha sido curioso como hoy, una de las tantas familias que ahora en verano se animan a visitar las cuevas, se han quedado sorprendidos ante el fresquito que te golpea suavemente la cara nada mas entrar.

Me ha encantado ver sus caras de sorpresa, puesto que era "su primera vez" en una cueva, y realmente no sabían la sensación que se tenia. Y en ese momento he pensado que me encantaría tener una Polaroid para poder hacer la típica foto sorpresa justo cuando entren y después darsela.

Algunas personas se quedan perplejas mirando la altitud de algunos techos abovedados, o con cara de asombro mientras pasan la mano por la pared de arcilla, rugosa.

Otras muchas, sobre todo nuestros visitantes extranjeros, no dudan en echarse fotos ante las fachadas imponentes y las típicas chimeneas. Y escuchan atentamente mientras les enseñas una cueva, la historia que tengas que explicarle. Incluso a veces no entienden que se pueda dormir tan bien allí dentro.

Y es que, no es por barrer para mi puerta, como se suele decir, pero no es el primer ni el último comentario que tenemos en los libros de visitas, haciendo alusión a las enormes siestas que se dan las tardes de verano, lo bien que se está en invierno, con la chimenea, o lo tranquilos que han dormido ese fin de semana, sin pasar calor, y sin escuchar roncar al vecino del segundo, dicho sea de paso :)

Y hablando de invierno.... hoy he estado echando un vistazo a las fotos de nuestro amigo Khortes Magan, y sus fotos de las nevadas accitanas, y de repente me ha entrado una extraña añoranza por el invierno, la chimenea, venir de la calle helada de frio y que se me empañen las gafas al entrar en la cueva... y salir las tardes de domingo cuando el viento es caprichoso en darle formas a las nubes, colocarle el polarizador a la cámara (si, soy una friki de la fotografía) y dejar que éste juegue con los colores del atardecer de alguna manera.

Será que ya me he cansado de tanto verano, olas de calor, atascos y dormir en mi piso de Granada capital con la ventana abierta a más no poder, y escuchar, repito, al del segundo roncar....

Será....

Mientras tanto, me conformo con estirarme de vez en cuando en el césped de la piscina, con las cuevas observandome, y hacerme de un buen libro para pasar las horas, mientras escucho mil pajaros, y me tuesto al sol.

Un saludo enorme.

Irina